Vió en una huerta dos lagartijas cierto curioso naturalista. Cógelas ambas, y a toda prisa quiere hacer con ellas buena anatomía. Ya me ha pillado a la más rolliza; miembro por miembro ya me la trincha; mira el microscopio, luego la aplica. Patas y cola, pellejo y tripas, ojos y cuello, lomo y barriga, todo lo aparta y lo examina. Toma la pluma; de nuevo mira, escribe un poco, y recapacita. En sus mamotreto después registra, y vuelve a la propia carnicería. Varios curiosos de su pandilla entran a verle; dales noticia de lo que observa: unos se admiran, otros preguntan, otros cavilan. Finalizada la anatomía cansose el sabio de lagartija. Soltó la otra que aún estaba viva, ella se vuelve a sus rendijas, en donde, hablando con sus vecinas, todo el suceso les participa.
|