Se acuerda el lector de la tertulia cuando en presencia de animales varios la zorra adivinó por qué se daban elogios el avestruz y el dromedario; sepa que en la misma tertulia un día se trataba del gusano artífice ingenioso de la seda, y todos ponderaban su trabajo.
Para muestra presentan un capullo; examínanle, más crecen los aplausos: Y aún el topo, con todo que es un ciego, confesó que el capullo era un milagro.
Desde un rincón la oruga murmuraba en ofensivos términos, llamando la labor admirable, friolera, y a sus elogiadores, mentecatos.
Preguntábanse, pues, unos a otros: ¿Por qué este miserable gusarapo el único ha de ser quien vitupere lo que todos acordes alabamos?
Saltó la zorra y dijo: «¡Pese a mi alma! El motivo no puede estar más claro. ¿No sabéis, compañeros, que la oruga también labra capullos, aunque malos?
Laboriosos ingenios perseguidos, ¿Queréis un buen consejo? Pues cuidado. Cuando os provoquen ciertos envidiosos, no hagáis más que contarles este caso.
Moraleja:
La literatura es la profesión en que más se verifica el proverbio: ¿Quién es tu enemigo? El de tu oficio.