Un niño muy conversador que solía decir si discutía de pelota:
Pues Pepe Armando fue el mejor pelotero de todos los tiempos. ¿y bien que sí!
Y si hablaba de corredores de 100 metros planos, terminaba concluyendo:
- Pues Ignacio Javier fue el mejor corredor de todos los tiempos ¿y bien que sí!
Así todos los días los amigos del niño Jactancioso quedaban desarmados, boquiabiertos y molestos con tal amigo, creía y le encantaba saberlo todo y decir siempre la última palabra.
Así las cosas, llegó el día que al llegar al grupo, el niño Jactancioso oyó cuando se discutía y un niño decía:
-- Los apocamonteses son muy fuertes y corren saltando mientras piensan y resbalan en las lomas y pistas acuáticas.
¿Pero yo? – quiso decir el niño Jactancioso, pero quedó callado mirando atónito a todos.
El resto de los niños que habían inventado ese absurdo e inexistente deporte para burlarse del Jactancioso niño que todo sabía, tenían una media risa de triunfo, cuando el desconcertado Jactancioso cambiando de aptitud alzando la voz dijo:
- Bueno yo no lo conozco, pero mi papá fue amigo del mejor apocamontes de todos los tiempos, ¿y bien que sí! - y dio la vuelta riendo con aire de triunfo dejando una vez más al grupo molesto y con la boca abierta, ¡vaya con el niño Jactancioso!
