Los grandes candelabros del altar estaban encendidos; se administraba la comunión, y Juana figuraba entre los fieles arrodillados, pero Rasmus no se hallaba presente. Aquella misma mañana, Dios lo había llamado a Sí. Dios es la gracia y la misericordia. Han transcurrido muchos años desde aquella mañana. La casa del sastre sigue en pie, pero nadie la habita; la noche menos pensada, una tormenta la hundirá. El estanque está invadido de cañas y juncos. El viento silba aún en el viejo árbol; se diría que se oye una canción: el viento la canta, el árbol la recita; si no la comprendes, ve a preguntárselo a la vieja Juana, la del asilo. En el asilo vive, y canta su canción piadosa, aquella misma que cantó a Rasmus. Ella piensa en él y reza por él a Dios Nuestro Señor. Podría contar muchas cosas del tiempo pasado, recuerdos que murmuran en el viejo árbol. (Autor: Hans Christian Andersen)
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