Oyendo un día un tordo hablar a un papagayo, quiso que él, y no un hombre, a hablar le enseñara; y con sólo un ensayo, ya creyó tener una pronunciación tan clara, que en ciertas ocasiones a una marica ya lecciones daba.
Así salió tan diestra la marica como aquel que al estudio se dedica por copias y por malas traducciones.
Moraleja:
Conviene estudiar los autores originales, no los copiantes y malos traductores.