Caperucita, después de recoger algunas flores del campo para la abuela, finalmente llegó a la casa. Llamó a la puerta y una voz le dijo que entrara. Cuando Caperucita entró y se acercó a la cama notó que la abuela estaba muy cambiada. Y preguntó: - Abuelita, abuelita, !qué ojos tan grandes tienes! Y el lobo, imitando la voz de la abuela, contestó: - Son para verte mejor. - Abuelita, !qué orejas más grandes tienes! - Son para oírte mejor. - Abuelita, !qué nariz más grande tienes! - Son para olerte mejor. Y ya asustada, siguió preguntando: - Pero abuelita, !qué dientes tan grandes tienes! - !Son para comerte mejor! Y el lobo saltando sobre caperucita, se la comió también de un bocado. El lobo, con la tripa totalmente llena acabó durmiéndose en la cama de abuela. Caperucita y su abuelita empezaron a dar gritos de auxilio desde dentro de la barriga del lobo. Los gritos fueron oídos por un leñador que pasaba por allí; el leñador se acercó para ver lo que pasaba. Cuando entró en la casa y vió todo lo que había sucedido, abrió la barriga del lobo, salvando la vida de Caperucita y de la abuela. Después, llenó piedras la barriga del lobo y la cosió. Cuando el lobo se despertó sentía mucha sed. Y se fue a un pozo a beber agua. Pero al agacharse la tripa le pesó y el lobo acabó cayendo dentro del pozo del que jamás consiguió salirse. Y así, todos pudieron vivir libres de preocupaciones en el bosque. Y Caperucita prometió a su mamá que jamás volvería a desobedecerla.
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