¡Esto es historia tras historia! ¡Qué manera de zumbar! Lo veo todo revuelto. ¡Me caigo de espaldas! -Nada de eso, anda siempre derechito -dijo la mujer-. Métete entre el gentío, aguza el ojo, el oído y el corazón, y no tardarás en encontrar algo. Pero antes de que te marches devuélveme mis gafas y la trompetilla. Y le quitó los dos objetos. -Ahora no veo nada en absoluto! -dijo el joven-. Ni oigo nada. -En tal caso, no serás poeta para Pascua -respondió la adivina. -¿Cuándo, pues? -Ni la primera Pascua ni la segunda. No aprenderás a inventar nada. -Entonces, ¿qué debo hacer para ganarme el pan con la poesía? -¡Oh, si sólo quieres eso, puedes conseguirlo antes de carnaval! Arremete contra los poetas. Si matas sus obras, los matarás a ellos mismos. Pero no te andes con miramientos. Duro con ellos, y tendrás bollos de carnaval para hartarte tú y tu mujer. -¡Lo que uno puede inventar! -dijo el joven, y arremetió contra todo poeta que encontraba, sólo porque él no podía serlo. Lo sabemos por la adivina; ella sabe lo que se puede inventar. (Autor: Hans Christian Andersen) |