|
- “¿Soy yo o no soy yo?”. Pero no sabía qué responder, y así permaneció un buen rato en aquella duda, hasta que, por fin, pensó: “Iré a casa a preguntar si soy yo o no, ellos lo sabrán de seguro.” Y echó a correr hasta la puerta de su casa; pero la encontró cerrada. Llamó entonces a la ventana, gritando: - "Juan, ¿está Elsa en casa?” - “Sí,” respondió Juan, “sí está.” Ella, asustada, exclamó: - “¡Dios mío, entonces no soy yo!”, y se fue a llamar a otra puerta; pero al oír la gente aquel ruido de campanillas, todas se negaban a abrir, por lo que no encontró acogimiento en ninguna parte. Huyó del pueblo y nadie ha vuelto a saber de ella.
|
|