Cuando ya lo tuvo todo dispuesto, metióse ella en un barril de miel y luego se revolcó entre las plumas de un colchón, que partió en dos, con lo que las plumas se le pegaron en todo el cuerpo y tomó el aspecto de un ave rarísima; nadie habría sido capaz de reconocerla. Encaminóse entonces a su casa, y durante el camino se cruzó con algunos de los invitados a la boda, los cuales le preguntaron: - ¿De dónde vienes, pájaro embrujado?. - De la casa del brujo me han soltado. - ¿Qué hace, pues, la joven prometida?. - La casa tiene ya toda barrida, y ella, compuesta y aseada, mirando está por el tragaluz de la entrada. Finalmente, encontróse con el novio, que volvía caminando pesadamente y que, como los demás, le preguntó: - ¿De dónde vienes, pájaro embrujado?. - De la casa del brujo me han soltado. - ¿Qué hace, pues, mi joven prometida?. - La casa tiene ya toda barrida, y ella, compuesta y aseada, mirando está por el tragaluz de la entrada. Levantó el novio la vista y, viendo la compuesta calavera, creyó que era su prometida y le dirigió un amable saludo con un gesto de la cabeza. Pero en cuanto hubo entrado en la casa junto con sus invitados, presentáronse los hermanos y parientes de la novia, que habían acudido a socorrerla. Cerraron todas las puertas para que nadie pudiese escapar y prendieron fuego a la casa, haciendo morir abrasado al brujo y a toda aquella chusma.
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