Al oírlo exclamó el señor: -¡Ahí lo tenéis: lo sabe!; y también sabrá quién tiene el dinero. Al criado le entró un pánico cerval y guiñó un ojo al doctor, dándole a entender que saliera un momento. Cuando lo hizo, los cuatro confesaron haber robado el dinero, asegurándole estar dispuestos a restituirlo y a darle, además, una cuantiosa suma si se comprometía a no descubrirlos, pues les iba en ello la cabeza. Le mostraron también dónde habían escondido el dinero. El doctor se dejó convencer, volvió a entrar, se sentó a la mesa y dijo: -Señor, ahora miraré en mi libro a ver dónde está escondido el dinero. Y en estas el quinto criado se escondió en la chimenea para ver si el doctor sabía aún más cosas; pero éste abrió su cartilla y empezó a hojearla de arriba a abajo, buscando el gallo. Y como tardase en encontrarlo, dijo: -Sé que estás ahí dentro, y tendrás que salir. Creyó el de la chimenea que iba con él y salió aterrorizado de su escondite diciendo: -¡Ese hombre lo sabe todo!. A continuación el doctor Sabelotodo mostró al señor donde se encontraba el dinero, pero sin decirle quién se lo había robado; recibió una buena remuneración por ambas partes y se hizo un hombre famoso.
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