Una tarde de verano me sacaron de paseo, al dar la vuelta a la esquina había un convento abierto. Salieron cuatro monjitas todas vestidas de negro, con una vela en la mano como si fuera un entierro. Me tomaron de la mano, me metieron para adentro me sentaron en una silla y me cortaron el pelo. Me cortaton mi pelo, lo que más siento, lo que más quiero lo que perder más temo.
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