Partió un hombre para la guerra, pero en el camino, oyendo graznar a los cuervos, tiró sus armas al suelo y se detuvo. Las tomó al rato nuevamente y prosiguió su marcha; más otra vez graznaron los cuervos. De nuevo se detuvo y entonces les dijo: ¡ Pueden gritar cuanto les venga en gana, pero no tendrán un banquete con mi carne !. Cuando no se tiene determinación en las acciones, éstas nunca se llegan a realizar. (Autor: Esopo).
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