Un día un anciano, después de cortar leña, la cargó a su espalda. Largo era el camino que le quedaba. Fatigado por la marcha, soltó la carga y llamó a la Muerte. Esta se presentó y le preguntó por qué la llamaba; contestó el viejo: Para que me ayudes a cargar la leña... Por lo general, el impulso por la vida es más fuerte que su propio dolor. (Autor: Esopo).
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