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Al salir de la Habana de nadie me despedí, me despedí, na más de un perrito chino que venía detrás de mí, detrás de mí. El perro, como era chino, un señor me lo compró, me lo compró, por un poco de dinero y unas botas de charol, de charol. Las botas se me rompieron y el dinero se acabó, se acabó, ¡adiós, perro de mi vida! ¡adiós, perro de mi amor, de mi amor!.
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