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Moderad, hijos míos, las pasiones;
observad vida quieta y arreglada,
y con buenas acciones
ganaréis opinión muy estimada.»
«Aunque nos convirtamos en corderos,
le respondió un oyente sentencioso,
otros han de robar los gallineros
a costa de la fama del Raposo.
Jamás se cobra la opinión perdida:
esto es lo uno. A más, ¿usted pretende
que mudemos de vida?
Quien malas mañas ha... ya usted me entiende.»
«Sin embargo, hermanito, crea, crea...
el enfermo le dijo. Mas ¡qué siento!...
¿No oís que una gallina cacarea?
Esto sí que no es cuento.»
Adiós, sermón; escápase la gente.
El enfermo orador esfuerza el grito:
«¿Os vais, hermanos? Pues tened presente
que no me haría daño algún pollito.»
( Autor: Samaniego).
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