- ¿Qué es lo que dices?, inquirió él. - ¡Ay!, replicó la princesa. Sólo pensaba en la doncella Maleen. Entonces el príncipe sacó una joya preciosa, se la puso en el cuello y cerró el broche. Entraron en el templo y, ante el altar, el sacerdote unió sus manos y los casó. Luego, él la acompañó de nuevo a palacio, sin que la novia pronunciase una palabra en todo el camino. Ya de regreso, corrió ella al aposento de la prometida y se quitó los vestidos y preciosos adornos, poniéndose su pobre blusa gris y conservando sólo, alrededor del cuello, la joya que recibiera del príncipe. Al llegar la noche y, con ella, la hora de ser conducida la novia a la habitación del príncipe, cubrióse el rostro con el velo, para que él no se diera cuenta del engaño. En cuanto se quedaron solos, preguntó el esposo: - ¿Qué le dijiste a la mata de ortigas que encontramos en el camino?. - ¿Qué mata de ortigas?, replicó ella. Yo no hablo con ortigas. - Pues si no lo hiciste, es que no eres la novia verdadera repuso él. La prometida procuró salir de apuros diciendo: «Preguntaré a mi criada, que de todo está enterada». Salió y, encarándose ásperamente con la doncella Maleen, le preguntó: - Desvergonzada, ¿qué le dijiste a la mata de ortigas?. - Sólo le dije: «Mata de ortigas, mata de ortigas pequeñita, ¿qué haces tan solita?. Cuántas veces te comí, sin cocerte ni salarte, ¡desdichada de mí!». La prometida entró nuevamente en el aposento y dijo: - Ya sé lo que le dije a la mata de ortigas, y repitió las palabras que acababa de oír. - Pero, ¿qué dijiste al peldaño de la iglesia, al subir la escalinata?, preguntó el príncipe. - ¿Al peldaño?, replicó ella. Yo no hablo a los peldaños. - Entonces, tú no eres la novia verdadera. Repitió ella: «Preguntaré a mi criada, que de todo está enterada». y, saliendo rápidamente, increpó de nuevo a la doncella: - Desvergonzada, ¿qué le dijiste al peldaño de la iglesia?. - Sólo esto: «Escalón del templo, no te rompas, yo no soy la novia verdadera». - ¡Esto va a costarte la vida!, gritó la novia, y, corriendo a la habitación, manifestó: - Ya sé lo que le dije al escalón, y repitió las palabras.
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