Cierto galán, a quien París aclama petimetre del gusto más extraño, que cuarenta vestidos muda al año, y el oro y plata sin temor derrama, celebrando los días de su dama, unas hebillas estrenó de estaño, sólo para probar con este engaño, lo seguro que estaba de su fama.
¡Bella plata! ¡Qué brillo tan hermoso! Dijo la dama: ¡viva el gusto y numen del petimetre, en todo primoroso!
Y ahora digo yo. «Llene un volumen de disparates un autor famoso, y si no le alabaren, que me emplumen.
Moraleja:
Cuando un autor ha llegado a ser famoso, todo se te aplaude.