Batalla el enfermo con la enfermedad, él por no morirse y ella por matar.
Su vigor apuran a cual puede más, sin haber certeza de quién vencerá.
Un corto de vista, en extremo tal que apenas los bultos puede divisar, con un palo quiere ponerlos en paz: garrotazo viene, garrotazo va: si tal vez sacude a la enfermedad, se acredita el ciego de lince sagaz; más si por desgracia al enfermo da, el ciego no es menos que un topo brutal.
¿Quién sabe cuál fuera más temeridad, dejarlos matarse, o ir a meter paz?
Antes que te dejes sangrar o purgar, esta es fabulilla muy medicinal.
Moraleja:
Es peligroso encomendar asuntos graves a quien de cierto no se sabe si podrá llevarlos a feliz término.