En un jardín de flores había una gran fuente, cuyo bello pilón servía de estanque a carpas, y otros peces; únicamente al riego el jardinero atiende, de modo que entretanto los peces agua para vivir no tienen.
Viendo tal desgobierno, su amo le reprende; pues aunque quiere flores, deleitarse con los peces también quiere.
Y el rudo jardinero, tan puntual le obedece, que las plantas no riega para que el agua del pilón no merme.
Al cabo de algún tiempo el amo al jardín vuelve; halla secas las flores, y enfadado dice de esta suerte: Hombre, no riegues tanto que me quede sin peces; ni cuides tanto de ellos, que sin flores, gran bárbaro, me dejes.
La máxima es trillada, mas repetirse debe: no escriba quien no sepa unir la utilidad con el deleite.
Moraleja:
La perfección de una obra consiste en la unión de lo útil y de lo agradable.