Esta fábula chiquita, salga bien, ó mal, me ha ocurrido ahora por casualidad. Cerca de unos prados que hay en mi lugar, pasaba un borrico por casualidad. Una flauta en ellos halló, que un zagal se dejó olvidada por casualidad. Acercóse a olerla el dicho animal, y dio un resoplido por casualidad. En la flauta el aire se hubo de colar; y sonó la flauta por casualidad. Oh! dijo el borrico: ¡qué bien sé tocar!. ¡Y dirán que es mala la música animal!. Sin reglas del arte, borriquitos hay que una vez aciertan por casualidad. Moraleja: Sin reglas del arte, el que en algo acierta es por casualidad.
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