Un pintado guacamayo desde un mirador veía cómo un extranjero payo, que saboyano sería, por dinero una alimaña enseñaba muy feota, dándola por cosa extraña: es a saber: la marmota.
Salía de su cajón aquel ridículo bicho; y el ave, desde el balcón, le dijo: ¡Raro capricho, siendo tú fea, que así dinero por verte den, cuando siendo hermoso, aquí todos de balde me ven!
Puede que seas, no obstante, algún precioso animal; mas yo tengo ya bastante con saber que eres venal. Oyendo esto un mal autor, se fue como avergonzado.
¿Por qué? Porque un impresor le tenía asalariado.
Moraleja:
Ordinariamente no es escritor de gran mérito el que hace venal el ingenio.