Prendieron por suerte a un bandolero a tiempo cabalmente que de vida y dinero estaba despojando a un inocente.
Hízole cargo el juez de su delito, y él respondió: Señor, desde chiquito fui gato algo feliz en raterías: luego hebillas, relojes, capas, cajas, espadines robé, y otras alhajas; después, ya entrado en días, escalé casas; y hoy, entre asesinos, soy salteador famoso de caminos.
Con que vueseñoría no se espante de que yo robe y mate a un caminante, porque este y otros daños los he estado yo haciendo cuarenta años.
¿Al bandolero culpan? ¿Pues por ventura dan mejor salida los que cuando disculpan en las letras su error, o su mal gusto, alegan la costumbre envejecida contra el dictamen racional y justo?
Moraleja:
La costumbre inveterada no debe autorizar lo que la razón condena.