Si querer entender de todo es una ridícula presunción, servir sólo para una cosa suele ser falta no menor.
Sobre una mesa cierto día dando estaba conversación a un abanico y a un manguito un paraguas o quitasol; y en la lengua que en otro tiempo con la olla el caldero habló.
A sus dos compañeros dijo: ¡Oh, qué buenas alhajas sois!.
Tu, manguito, en invierno sirves; en verano vas a un rincón: tu, abanico, eres mueble inútil cuando el frío sigue al calor. No sabéis salir de un oficio. Aprended de mí, pese a vos; que en el invierno soy paraguas, y en el verano quitasol.
Moraleja:
También suele ser nulidad el no saber más que una cosa; el extremo opuesto del defecto reprendido en la fábula anterior.