De sus hijos la torpe avutarda el pesado volar conocía, deseando sacar una cría más ligera, aunque fuese bastarda. A este fin, muchos huevos robados de alcotán, de jilguero y paloma, de perdiz y de tórtola toma, y en su nido los guarda mezclados. Largo tiempo estuvo sobre ellos, y aunque huevos salieron bastantes, produjeron por fin los restantes varias castas de pájaros bellos. La avutarda mil aves convida por lucirlo con cría tan nueva: sus polluelos cada ave se lleva; y queda aquí la avutarda lucida. Los que andáis empollando obras de otros, sacad, pues, a volar vuestra cría. Ya dirá cada autor: ésta es mía; y verémos que os queda a vosotros. Moraleja: Muy ridículo papel hacen los plagiarios que escriben centones.
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