De frase extranjera el mal pegadizo, hoy a nuestro idioma gravemente aqueja, pero habrá quien piense que no habla castizo, si por lo anticuado, lo usado no deja.
Voy a entretenerle con una conseja, para que le traiga más contentamiento, en su mismo estilo hago el intento mezclando dos hablas, la nueva y la vieja.
No sin hartos celos, un pintor de hogaño vía como agora gran loa y valía alcanzan algunos retratos de antaño; y el no remedallos a mengua tenía: por ende, queriendo retratar un día a cierto rico home, señor de gran cuenta, juzgó que lo antiguo de la vestimenta estima de rancio al cuadro daría.
Segundo Velázquez creyó ser con esto: y ansí que del rostro toda la semblanza hubo trasladado, golilla le ha puesto, y otros atavíos a la antigua usanza.
La tabla a su dueño lleva sin tardanza, el cual, espantado, fincó des que vido con añejas galas su cuerpo vestido; magüer que le plugo la faz abastanza.
Empero una traza le vino a las mientes con que al retratante dar su galardón. Guardaba, heredadas de sus ascendientes, antiguas monedas en un viejo arcón.
Del Quinto Fernando muchas de ellas son, allende de algunas de Carlos Primero, de entrambos Filipos, Segundo y Tercero; y henchido de todas le endonó un bolsón.
Con estas monedas, o siquier medallas, (el pintor le dice), si voy al mercado, tornaré a mi casa con muy buen recado.
-¡Pardiez!, dijo el otro: ¿no me habéis pintado en traje que un tiempo fue muy señoril, y agora le viste sólo un alguacil?
Cual me retratasteis, tal os he pagado. Llevaos la tabla; y el mi corbatín, pintadme al proviso, en vez de golilla; cambiadme esa espada en el mi espadín; y en la mi casaca trocad la ropilla; ca non habrá naide en toda la villa que al verme en tal guisa conozca mi gesto; vuestra paga entonces contaros he presto en buena moneda corriente en Castilla.