La rana por los semblantes bien conoció, sin embargo, que habían de ser muy pocas las palmadas y los bravos, saliose del corro y dijo: ¡Cómo desentona el asno! Éste replicó: Los tiples sí que están desentonados. Quien lo echa todo a perder, añadió un grillo chillando, es el cerdo. Poco a poco, respondió luego el marrano: nadie desafina más que la cigarra contralto. Tenga modo y hable bien, saltó la cigarra: eso falso; son los tábanos tenores los autores del daño. Cortó el león la disputa diciendo: ¡Grandes bellacos, ¿antes de empezar la solfa no la estabais celebrando? Cada uno para sí pretendía los aplausos, como, que se debería todo el acierto a su canto; mas viendo ya que el concierto es un infierno abreviado, nadie quiere parte en él, y a los otros hace cargos. Jamás volváis a poneros en mi presencia: marchaos; que si otra vez me cantáis, temo de hacer un estrago. ¡Así permitiera el cielo que sucediera otro tanto, cuando trabajando a escote tres escritores o cuatro, cada cual quiere la gloria, si es bueno el libro o mediano, y los compañeros tienen la culpa si sale malo! Moraleja: Cuando se trabaja una obra entre muchos, cada uno quiere apropiársela si es buena, y echa la culpa a los otros, si es mala.
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